Dibuje un pozo, en la madrugada mientras el foco me quemaba los ojos, lo dibuje y lo pinte, lo decore, mi corazón latía a gran velocidad, yo, estoy en el fondo del pozo viendo la noche estrellada también dibujada, día tras día, los lados del pozo están manchados de sangre, mi sangre, en mi techo solo puedo ver aquel final del pozo inexistente, el pozo dice la verdad, el pozo me habla, el pozo me invoca, el pozo me reclama, me obliga a clavar un gancho, el pozo me obliga a dibujar una sombra, me hace reflexionar, me pregunta sobre mi felicidad, el pozo me obliga a compararme, me obliga llorar, aquel pozo no existe mas en mi mente, es verdadero, me dice la verdad, es mi amigo, es mi amante en mis noches de locura, aquel pozo me convence, da un discurso, y le aplaudo, subo al escritorio para abrazarlo, solo siento el frío techo, desanimado trato de bajar, entonces su brazo me toma del cuello, me abraza suavemente, aprieta un poco, escribe en la pared con sangre de mi dedo “no es culpa de nadie, confía en el pozo” después empuja el escritorio.