Sentado en un fino trono, forrado de terciopelo rojo, los brazos brillantes de oro, con pequeños dibujos de ángeles en la cabecera, ese es mi lugar favorito, desde ahí veo las estrellas ocultas entre las hojas de los arboles, siento el frío pasto entre mis dedos, el viento entre mis pantalones rotos, y mi camisa elegante, con un saco de marca bien cuidados. Siempre a desnivel, así se encuentra el lugar mas sagrado de mi mundo, gracias a la pendiente de la colina donde esta situada, cualquiera podría caerse de este asiento, por eso el resto de la gente imaginaria, no se sienta aquí, yo solo soy el rey, yo solo… Asi es, estoy solo. –no es cierto, yo estoy aqui- dijo una voz entre el manzano, me preguntaba quien seria.
–no me conoces, pero yo a ti si, siempre llegas, te sientas sin la mas pequeña pena, en esta, mi silla, pero no sabes que todo lo que ves, de norte a sur es mio, todo lo que tocas, hasta el aire que estas respirando me pertenece…
–Entonces Si lo ves todo ¿Por que nunca me has dicho nada?, siempre espiabas, veías mis gestos, mi sueños, y callabas en la oscuridad, ¡¿Quien eres?! entonces volví a escuchar el silencio, volví a estar solo.