Una nube, linda, llena de vida, me tomo del suelo, me puso en su espalda, subi rapidamente, luego me aventó con sus amigas. Sobre ellas una ciudad se alzaba, iluminada por un gran sol que no quema, es placentero estar ahí, quieres acostarte sobre la esponjosa superficie de las nubes de algodón, respiras aquel aire lleno de azúcar, el cielo rosa, las casas de colores pasteles, gente que pasa, te sonríe, te abraza, te besa, sus labios saben a chocolate, sus manos se sienten como un café azucarado, todo es dulce, es de chocolate, nuez, azúcar, todo era empalagoso, no tarde en desesperarme de todos esos sabores, corrí a beber agua de una fuente cercana -¡Esta dulce!- mi lengua estaba cansada, quería salir de ahí, el aire soplaba y sabia a mazapán, -¡Lo odio!- comenze a maldecir a la nube, a los habitantes de dulce, resignado, me tire al suelo, tambien el suelo era dulce, una hermosa mujer me levanto, cuando me toco, sabia diferente, amargo, sabia a limon, feliz la tome entre mis brazos, la bese deseperado, queria salir de esos sabores, en sus labios encontraba mi salvacion, mis labios tocaron los suyos, los presione con fuerza, gritando dije -¡Chocolate!-